lunes, 27 de febrero de 2012


Orientaciones para el uso del criterio en la restauración.
Una de las cosas que más perjudican a la práctica de la restauración arquitectónica es, posiblemente, la mala aplicación del término criterio. Vayamos al diccionario de la Academia. “Criterio: Norma para conocer la verdad. / Juicio o discernimiento.”
El criterio, enfocado a la restauración de arquitectura, reúne –o debería reunir- las dos acepciones de la palabra. En efecto, el que la afronte tendrá, primero, que profundizar lo más posible en el conocimiento de aquello sobre lo que va a trabajar y, sólo después, deberá discernir la opción que juzgue más adecuada. Ese es el auténtico uso del criterio, ya se aplique a la restauración o a cualquier otro campo.
Sin embargo, cuando oímos hablar de criterios de restauración hay que entender que a lo que se hace referencia, muchas veces, es a opiniones o incluso gustos sobre restauración. A cualquier opción producida por un impulso arbitrario se la escuda enseguida tras el parapeto intocable del criterio.
Si la restauración de arquitectura viene siendo con frecuencia, por desgracia, una excusa para la invención, hay también abundantes ejemplos en los que se aborda esta disciplina con rigor, conocimiento y tiempo para la reflexión; esto es, con criterio. El criterio entendido no como opción personal o ligada a determinada escuela, sino como sistema de investigación y deducción. 

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